Mi amigo Ramón se fue

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Ramón apretó las manos de los familiares y amigos de Juan. Tras el entierro se ofrecieron a acompañarle desde el cementerio a su casa, pero él prefirió volver paseando. Cuando todos subieron a sus coches, el silencio y el viento otoñal fueron su única compañía. Primero pasó el cruceiro de las charlas sobre el tiempo, luego cruzó  el puente de piedra del fútbol. La ermita de la economía precedió a la fuente de la política. Llegó a la puerta de su casa y se sentó en el banco que ya no compartiría.