AUTOR DE: "REGRESO AL FUTURO DE EDGAR ALLAN POE", "¡QUÉ APROPIADO, TÚ PELEAS COMO UNA VACA!", "ZANAHORIO. EL CONEJO INFLUENZER", "THE CLUBA"
BETTER CALL SAUL EN #300PALABRAS
La frase “segundas partes nunca fueron buenas” está más en vigor que nunca. Tiempos en los que las compañías productoras —regurgitadoras— alumbran como conejos en celo, en una especulación sin fin para encontrar el filón que les permita patear a la competencia. Así doblegan al espectador casual al que le suena un concepto. A este añaden un nuevo apellido a la franquicia y ya tienen un objeto reconocible para un público desnortado, perezoso y lastrado por el algoritmo de la plataforma de contenidos de turno.
Pero ¿qué sería de La Ilíada sin La Odisea, de El Padrino sin Robert de Niro, de Alien sin su reina, de El Quijote sin su segunda parte o de Frodo sin conocer las agrestes tierras de Mordor?… ¿Y de Walter White sin Saul Goodman?
El universo Breaking Bad llega a su fin. Se consolida en el altar de los dioses televisivos en el mismo nivel de otros fenómenos como Twin Peaks, Lost, The Wire, Canción triste de Hill Street, McGyver, Juego de Tronos, Friends o Los Simpson. Series cada una de su padre y de su madre, pero todas con una impronta característica que trasciende el tiempo y se ancla en la cultura pop de la sociedad. Bob Odenkirk y Rhea Seehorn pasan a la historia con honores y aromas de clásicos atemporales. La intensidad, los matices y la conexión de su relación es de una insuperable composición narrativa.
Better Call Saul realiza la autopsia del alma humana con un espejo de grises. Trabaja su excelencia en las líneas de guion, el uso de la cámara, la fotografía, las tablas actorales de todos sus miembros… Nada escapa a su análisis del círculo de perdición humana: escalada, caída, redención y vuelta a levantarse del barro. Saul es un superviviente, un lobo con piel de lobo.